martes, 16 de enero de 2024

Campo

 Qué sucede con cada giro del espíritu.

De mi argumento  perfecto que cerraba antes de vivir

Ahora sigo caminando por una pradera en primavera

Huele a paja mojada, a humedal

Hay barro, llovió hace poco y veo la bosta desparramada

Algún tractor allá lejos, tal vez el grito de algún hombre trabajando.

Se resquebraja la piel de mi cuerpo y se van cayendo los pedazos por el camino

Mis pasos van marcando la senda.

Estoy tratando de salir del bucle infinito

Pero de alguna manera siempre se las arregla para volver al mismo lugar

Las botas que me seguían solas sin nadie que las maneje

Ahora están perdidas en el pastizal

Pudriéndose al sol nublado de hoy

Ese medio sucio como los bigotes

Busco la mirada cómplice de un conejo

¿O es una liebre?

Se va corriendo y los pájaros ocupan su lugar

La tierra va ensuciando mis pies que estaban pulcros

Blancos y húmedos ahora embarrados

Montoncitos de fibras se clavan sobre mis plantas

El equilibrio va y viene

A veces me atajo antes de caer, otras salgo corriendo

No hay nadie cerca

Todo este campo vacío ni siquiera una reja

Una tranquera

No veo postes ni alambres, no veo más construcciones humanas

Me detengo ante una planta especial

Un cardo, lleno de pinches y con algunos insectos

Parecen ser inmunes a mi mirada de primate

Y me alegro de que así sea

Un microcosmos a gran escala.

De a poco el sol empieza a entibiar

Parece que se acerca el mediodía

Y por fin mi piel se pone roja

Como las flores que quería ver y no encuentro por ningún lado

Como las frutas que quise comer y no encontré por ningún lado

Como tu piel

Cada saltito que doy es acompañado de un aullido

Cada vez que mi mano se mueve me sorprende un girasol

Moviéndose en muchas direcciones

Buscando la calma

Del sol que se aleja

Si la vía láctea fuese un camino recto estaríamos perdidos

Por suerte todo vuelve. 

domingo, 14 de enero de 2024

Naranja sin dormir

 Fijate qué frío se siente todo. La ropa tirada, las paredes pulcras. Un montón de elementos indiscernibles. La radio está prendida y la tele también. Las plantas muertas me miran calladas. Son testigos de mi desesperanza. Los libros se esconden de mi mirada y buscan un lugar de donde agarrarse. Todas las moscas que siguen en la cocina cantan su himno de muerte. Los platos están apilados en la bacha y falta poco para que se haga de día. Siempre se termina haciendo de día. Siempre empiezo a llorar.

Buscame en mis sueños ahí donde los espacios tienen nombre y sentido. Puedo nombrarte el taller con las pinturas y las pizzas caseras. Los chicos juegan a la pelota y yo miro el paisaje. La autopista cruza todo.  Todo lo que veo acompaña mis noches.

La pierna ortopédica está tirada en el piso junto a los blisters de analgésicos y estabilizantes. Una silla de ruedas medio empolvada, los lentes rotos. La última remera de los Ramones se rompió aquel día y no la volviste a coser. Ya está todo dicho. Y seguimos acá quemándonos las pestañas. Sin poder dormir. La dicroica me daña la vista y sus reflejos rechazan toda muestra de amor.

En el fondo hay naranjas pudriéndose con hormigas caminando y disfrutando sus nutrientes preciosos. El piso de tierra es húmedo. Una mantis religiosa me espera agazapada en un rincón. Teme por su vida y busca evadirse de un salto. Pero antes de hacerlo me mira y me interroga ¿Qué hago? ¿Soy predador? Luego escapa como un rayo y la veo subirse al techo de chapa. Un gato se asusta y vuela. Visto desde acá el muro parece aguantar un par de años más pero ya me dijo el albañil que está húmedo y choto. Nada dura para siempre y cuando se pueda hay que demoler y volver a empezar. Hay que irse hasta los cimientos. 

El banco de piedra hace mucho está roto... pero sigue cumpliendo su función de mates y charlas roncas.. Las abejas y los colibríes buscan su alimento dándome señales de que el mundo es arduo y tiene mecanismos que se repiten y que pueden fallar. Visto desde arriba este lugar parece peligroso. Pero en realidad nadie quiere hacernos daño. Solo nuestras paranoias. Y de todas formas no habría cómo defenderse. Estamos a la merced de las cosas. Tapados y aislados por ellas.

Pero poco a poco todo se va deteriorando y nosotros también. Perdemos piezas. Perdemos funciones. Y perdemos la posibilidad de ser amados. En el desarmadero hay piezas que no van con nada, tan viejas que solo podrían dar a luz el más fantástico invento. Un golpe de gracia. Un rezo de mantis.

El polvo cubre todo y los rayos de luz son visibles gracias a ello. Porque el polvo es amigo del ojo humano y enemigo de la respiración. Pero los olores son los que disparan las ganas de crear. Grasa y humedad. Pintura y laca. Así de a poco se juntan las piezas. Los colores brillan impunes sin miradas soberbias, solo las manos del que no nació colibrí buscan tornillos y tuercas, martillos y rulemanes porque se están construyendo nuevas cosas. Y para eso hay que tener mano.


Parábola

 En cuanto al presente me alejo de toda reflexión. Era primavera y yo ya estaba listo, había descubierto la persistencia de la felicidad. Consistía en un estado de mendicidad ociosa pululante con pequeños dejos de lujuria vincular y contemplativa. El método era sencillo: abandonar el yo y las posesiones y caminar en línea recta adicionalmente había que esquivar obstáculos físicos y espirituales y en esa danza uno descubría la belleza de estar vivo. Lo más difícil era tolerar el hambre y el frío. A veces los pies se ulceraban y al infectarse las llagas solo se podía reposar. La hierba era ora cálida ora escarchada. El horizonte era lúgubre o esperanzador. A medida que pasaban los años en mi pecho se formaba una bola dorada de extraordinaria calidez que me atemperaba en los climas más extremos. 

Un día mientras descansaba al pie de una montaña una mujer se me acercó alterada y me pidió ayuda. Al seguirla me llevó a un pozo de agua donde su hija se hallaba atrapada. Juntos logramos rescatarla y para agradecerme me invitó a cenar a su hogar. Allí vivían solas, aledañas a la mansión de un gran terrateniente. Esa noche tomé un largo baño caliente, cené pastas con vino y dormí en una cama suave y perfumada. Al otro día me fui temprano sin despedirme. Cuando estaba acercándome a la ruta vi una camioneta detenerse. De ella se bajaron cuatro hombres armados y me apresaron. Me llevaron a la mansión y allí el dueño me increpó. Quería saber si me había acostado con su hija. Le dije que no había tenido el gusto de conocerla.

 Me encerraron en un calabozo en el sótano de la casa. Aquella noche dormí tranquilo como todas las noches posteriores al descubrimiento. Pasaron algunos días. Hacía mis necesidades a un metro de donde dormía. Cada dos días, por lo que podía calcular, me daban pan y agua. Recibía a mis captores sonriendo, con mucha calma seguro de que ignoraban mi secreto. Al cabo de un mes mi pecho empezó a brillar. Primero un leve destello solo perceptible por las noches. Al poco tiempo la luz traslucía todas mis costillas iluminando la celda desde mi caja torácica. Cuando los guardias vieron eso me llevaron ante su dueño. ¿Por qué estaba en paz? ¿cómo hacía para que brille mi alma? No quise responderle. Después de algunas horribles sesiones de tortura, encontró un método aún más ruin. 

-Te presento a mi nieta. 

Tomando a la niña de los pelos comenzó a ahogarla en una palangana. Le rogué que se detuviera pero siguió un poco más hasta que empecé a recitar el método en voz alta. Ese día me liberaron y me impidieron cualquier acción so pena de asesinar a la niña y a su madre. Mi luz se apagó. Seguí vagando como siempre pero lleno de angustia y desesperación. Cuando llegué a la ciudad empecé a ver carteles promocionando el método. Políticos, empresarios y científicos traían la buena nueva del verdadero potencial humano. La gente empezó a adelgazar y a dormir en la calle. Se cerraron escuelas y hospitales, se cortó el suministro de agua y el alumbrado público. Se dejó de enterrar a los muertos. Pese a todo las fábricas siguen abiertas y en algún lugar otros siguen gozando de los dulces placeres del cuerpo. Por algún motivo ellos decidieron ignorar el método. Creo que para que todo se apague aún falta tiempo. Por el momento las almas de los pobres brillan en la oscuridad.


ESPEJOS

 El escritor no está concentrado cuando reflexiona o habla de sí. El escritor soy yo. Me gusta serlo. Los demás son autoridades. Sé que me estás viendo con cara de extrañeza cuando te cuento esto. Sé que si tuvieras los ojos amarillos azules como tornados me tragarías sin piedad. Pero estás perdiendo veneno por la lengua tratando de derretir las paredes con tu ácido hialurónico.  Tenés cabeza de pantalla. Me da miedo que los pelos salgan por el borde del televisor. El pelo que sale, el miedo platónico de la llamada, la niña del anillo de la llamada es en realidad el miedo a lo real.

Pero por qué no te yergues y te multiplicas. Pierde esa postura de posteridad. Entrégate al entramado. Quiero ver lo que hay del otro lado del espejo. Quiero ver el sueño, la irrealidad, quiero estar siempre al borde de la locura. Quiero ver el noúmeno la anormalidad. Claro que son lo mismo, ¿no lo ves? El fenómeno es lo típico, experimento lo que yo ya sé que va a pasar, y el noúmeno, no es algo que está fuera de mi alcance. No es el universo infinito, la materia desconocida, ni una verdadera verdad. Es lo irracional, es lo inaguantable, es saberse frágil y mortal. En realidad, está bien la teoría de Kant así cómo está. De hecho, me gusta más. Pero yo quiero decir otra cosa. Quiero decir que la realidad es lo real, es lo que aparece detrás de todo. Es lo que me jode porque no me lo esperaba y no sabía que iba a pasar.

Fuera de un medio filosófico, estas reflexiones no tienen sentido y dentro de él son completamente banales. Se trata de una cháchara, una cucaracha del pensamiento. Algo que se puede aplastar con la mitad de un argumento. Pero yo no tengo argumentos. Solamente puedo volcar las palabras como me fueron dadas en desorden, como los cubos mágicos en mi jardín.


Péndulo


Me gustaría ser un pez entrando y saliendo del agua. Me gustaría ser marsopa. Creo que todo lo que siento es real y ficticio. Soy un ser divino, soy parte de la creación. Entiendo que estoy, en este momento exacto, partido en una consciencia reflexiva. Hago y me veo hacer, siento y me siento sentir. Hasta a veces recupero alguna noción del infinito de ese péndulo que se me escapa. El pensamiento va y viene, se balancea. Busco con cuidado el alcance justo de esa danza. Del otro lado me espera la oscuridad que me baña con su sinsentido. Estoy en un espacio vacío. 

Estoy siendo entre mis párpados los objetos que se reflejan en mi córnea. Creo que el intento de crear es solo una percepción más detallada y atenta de lo que sucede ¿Qué sucede? Un grito, un tráfico, motor, rayos de luz, pintura de látex, plástico azul, porcelana roja, papeles, polvo en el teléfono. Mi escritura está quieta como yo. Mi mente es un oso peludo o un pequeño tardígrado flotando en el vacío. Un oso de agua que con sus pequeñas patitas intenta atravesar la densa atmósfera remando en dulce de leche, remando contra cualquier superficie. 

El pájaro vuela contra el aire que lo sostiene y preferiría no encontrarse con esa resistencia dice Kant. No creo que el pájaro piense eso. Me cuesta imaginar la resistencia. No entiendo qué se me resiste. Evidentemente hay una inflamación en mi rostro. Los senos paranasales llenos de humo producen bloques de mármol pequeñitos en mi frente que se golpean como copas en chinchin. Se me resiste la sobriedad y la virtud. 

Hallo languidez e inercia en el vicio. Una conversación que no va a ningún lado. Me habla, le hablo. Su cara pálida de falopero impune me tranquiliza. La sensibilidad es simplemente una característica biológica ¿O física? Quiero decir, su rostro que se recorta con el alumbrado eléctrico color ocre sobre un cielo inmenso inmerso en edificios me tranquiliza. Digo, su cara, sus ojos chinos, sus manos alargadas, sus rápidas intervenciones divergentes de sonrisa boba me dan un signo de humanidad. Concluyo, temo que nadie me esté escuchando. 

Saludo, saluda, abrazo fraterno. Nunca me enojaría. Saludo general. Salgo a caminar en el frío. La cara se me va partiendo en pequeñas cicatrices. Me enciendo uno y otro y otro cigarrillo. Busco a alguien para pasar la noche. Reparo en toda suerte de trasnochados. Algunos elegantes otros destruidos. Finalmente caigo en el asiento del parque y reflexiono. Me gusta reflexionar. Es pacífico. El pensamiento se ausenta. Los estímulos del día se mezclan. Luces amarillas, blancas, madera, dicroica, vidrio, manos, piernas, brazos, gestos. Pasa un perrito y lo acaricio un rato. Me mira, lo miro, me ladra y mueve la cola. Yo soy inofensivo o él tiene los instintos cagados por siglos de domesticación genética. Se va corriendo. 

En el medio del mundo hay vacío. De un tacto a otro. De chispazos y estímulos. Estos sucesos mentales son mínimos. Los árboles que me rodean están demasiado quietos a punto de hablar. Espero que me digan algo inteligente, algo con sentido. Mínimamente me gustaría que aquella naturaleza castrada se quejara “¿Por qué nos plantaron acá en esta plaza fea? ¿acaso solo somos un baño para los perros?” No lo sé arbolito, no lo sé. Me desarmo en el banco. Intento dormir un poco porque es tarde y me da miedo estar solo en la oscuridad.


Escriba

Mi cerebro vuela. Solo tensión. Todo para adelante. La escritura es una enfermedad de no poder escuchar un relato. La escritura es el síntoma de la enfermedad de la falta de escucha del relato. La escritura. La escritura es el menor de los males. La escritura es un fármaco. La escritura es. La escritura. La escritura es un déficit de atención generalizado. La es. Es. La. La escritura. Nadie puede decirla, ni aconsejarla, es un síntoma de estar solo. Es un síntoma de no poder alzar la voz. Es un síntoma de tener voz demasiado enclenque demasiado tarada.

El escritor no es sabio. La sabiduría es dominio. La escritura es. No es nada tan malo, pero hace dudar. La gente no puede hacer cosas malas. Si lo hacen es bueno, aunque sea malo. Nadie puede actuar mal. Salvo quizás el que verdaderamente se propone hacer el bien. Salvo quizás el que intenta con todas sus fuerzas desentenderse, entenderse, distanciarse, acercarse. Ensombrecerse a sí mismo es un trabajo que puede degenerar los músculos del cerebro y volverlo a uno un monstruo. Ese propio yo que se cuestiona se oculta entre las tinieblas de la duda, termina perturbado. Pero eso no es la escritura, porque la escritura es y el ser es bueno. Está viva, tiene una senda que la guía por un patio. La guía por un jardín a la escritura. La guía. La escritura estaba ahí, apareció. Ya no podía escuchar a ese hombre contar historias. Ya no podía. Era necesario escribir. La voz que antes era una ahora es miles. La lengua se fusiona en las palabras diversas que se juntan en una oración que uno compone compuesto por ellas. Compuesto en compota por palabras que lo ablandan.

La escritura tenía que escribirse a sí misma para existir. Para estar acá. En este momento. Hay palabras que son muletas del pensamiento. Pensamiento que lastima sin ellas. Pensamiento que se cree fuerte pero que solamente puede empuñar un arma blanca para autolesionarse. Ese pensamiento solo busca la muerte. La paz. Quitar la tensión. Distenderse es morir. Pero el que escribe es tenso. Intenso. Esa intensidad es interiorización de la tensión, deglución de la energía. No. Es una comunión con el mundo. Las fuerzas que nos rodean en pugna en nosotros también están. Siempre están. El pensamiento quiere resolver. Quiere la tónica. Pero no hay tónica más que morir. 

Ahora intento escucharme. Porque ni siquiera paciencia para mí hay. Ahora intento, las palabras me escuchan. Las palabras son mis pequeños espectadores, mis pequeñuelas que escuchan con atención lo que tengo para decirles. Quiero decirles que estoy enfermo. Y que la enfermedad es un signo de salud. En este momento la reacción adecuada es enfermar. Pero esa enfermedad quizás degenere y genere en mi cuerpo esa transformación. El momento es este. No hay que ser sabio y no hay que dictaminar. Me dicto en mí. Eso que no hay que hacer ¿cómo se hace sin hacerlo?

El odio estuvo y se fue. Y las palabras siguen ahí expectantes. Queridas, solo puedo decirles que las quiero mucho y agradezco que todavía sigan dentro mío. Cuando me abandonen seré animal, presa de los predadores, presa del telemarketing.

Y hoy están conmigo. Debemos celebrarlo. Sin distracciones porque ellas también son orgullosas y no toleran la falta de atención. Cuando las veo pienso que quizás yo nunca debí invocarlas. Pero también siento que ya las conozco hace mucho. La intención de retenerlas es bastante vana. No hay mucho que hacer cuando ya decidieron marcharse. Ellas siempre saltan de una cabeza a otra por todo el planeta como un pinball, como ping-pong, de acá para allá. Esas cabecitas afiebradas que buscan convencerse unas a otras que encontraron las palabras adecuadas, que una parte de la realidad es eso que ellas dicen, que entienden el sentido y la referencia, que la tienen atada. Ojalá alguien la tuviese atada, quizás la tengan, pero solo los hunde en el mar de las palabras. Si la palabra dice ahoga, si no dice agota.

No es muy prometedor para el escriba saber que las palabras siempre van a engañarlo. Pero tampoco es prometedor prometerse. Creo que escribo para ser mi propio oráculo. Mi propio astrólogo y tarotista. Hablar palabras grandes y misteriosas, soltar frases como si supiera lo que estoy diciendo. Si lo único que sé hacer es comer pan con queso y dormir la siesta. Pero las palabras están ahí, se quejan de esta función que las aburre. ¿Por qué el actor no pone lo mejor de sí? ¿Por qué se tira en el sillón y se arma un sanguche? Que nos entretenga, que nos fastidie. Que monte en cólera y que siga el show. 

Quizás hoy. Quizás mañana.


Cosmos

 Entre las yemas sostengo la pluma que me hunde en pensamientos tristes. Lloro lágrimas sobre el café que se sirve solo.  La cafetera flota en el aire y se sirve solo. Si la punta plateada con manchas azules de mi pluma perfecta se introdujera en mi pupila me quedaría tuerto ¡Paf! un globito de sangre. Tengo miedo. Mi mente es mala, mi pluma insana. 

Los murmullos de las cañerías no dejan de darme tranquilidad y calma. Un vehículo barre el pavimento y sube la presión que choca contra mis tímpanos que lo oyen todo. 

Me está costando entender el orden de las cosas. 

Los añicos del vaso roto se amontonan en un pilón. Se arrastran y se magnetizan. Sus moléculas se reconstruyen a toda velocidad y completan la forma que siempre les ha correspondido. El vaso se eleva por el aire hacia la mujer sentada. Paralizada de horror siente el borde cristalino posarse en su boca.

Las cenizas del papel que escribí la otra semana y prendí fuego adhieren sus partículas a una masa negruzca que se llena de pétalos negros y grises. Brillan naranjas y se apagan en una bola de papel que vuelve  a mi mano. La abro y  leo los pensamientos que me anulan.

 De la nada al ser, creatio ex nihilo, solo efecto-causa acepta mi materia gris que recoge pedacitos de vidrio en el basurero del barrio. Terreno baldío con perros y gatos.  pulgas infinitas ocupan mi pecho y mis brazos. 

Las pulgas me purgan la sangre asqueada. Me acuesto en el piso y me hundo en la mugre.

Veo florecer las bolsas de basura que estallan en envoltorios coloridos a mi alrededor. Veo perros y gatos des-reproducirse y tornarse cachorros y desaparecer. Las viejas ahora son pequeñas niñitas que me miran desde las pilas de basura y ríen en reversa mientras me revuelco en la mugre.. 

En el fondo tengo sed y pienso que el mundo pudo haber sido siempre en reversa. Todo el horror que se vivió fue mierda necesaria de caos y destrucción pero ahora la tierra gira en otro sentido. La energía en reversa de la materia ha logrado que las pulgas me devuelvan mi sangre, que cada puñetazo cure un ojo, que cada puñalada cierre una herida y que cada nacimiento sea una muerte.

Buenas noches,

 el tiempo se restablece en la palabra mientras vamos al ritmo del cochero que con el látigo y las gringolas en nuestros ojos borra todo lo que nos rodea. Corremos nuestro propio ego, una zanahoria inalcanzable de delirio divino. 

II

Un pajarito chiquitito, un gorrión, con su alita rota se acerca a mí. El cielo graniza, grazna y grita. El pajarito se refugia entre mis piernas. Un viento atronador arranca edificios que en sus cañerías oxidadas llevan colgando racimos de humanos. El pajarito aterrado le da la espalda al espectáculo. 

La variación de presión se hace patente y mis pulmones comienzan a cerrarse en lo que parece un ataque de pánico, pero resulta ser una reacción natural al colapso de la atmósfera. El gran agujero de la capa de ozono comienza a absorber edificios, autos y músicos que siguen tocando.

El gorrioncito se encuentra a salvo bajo mis piernas que comienzan a petrificarse y a entumecerse en lo que parece ser una rápida cristalización. Mi visión empieza a teñirse de azul intenso. Siento una violenta náusea en el tabique, vomito mis órganos que se despliegan en el aire.

Estoy muerto. Me observo desde fuera. El gorrión sigue bajo mi cadáver y comienzo a flotar hacia el remolino ¿Todos habrán pasado por esta experiencia? ¿Flotaremos indefinidamente como espectros en el vacío? 

Atravieso el umbral y el silencio es absoluto. Ni pulgas ni cañerías.  Un cosmos inabarcable, sin dios ni mundo, 

de nuestra humanidad, 

la nueva residencia. 


sábado, 13 de enero de 2024

Bodrio del desamparo

Juego a que se me escape el tiempo entre las manos

Aunque a veces creo sostenerlo, es irremediable que se vaya

Siento un momento de calma, y después la desidia

Pero no soy tan terco, busco encontrarme abierto

Muerto celebro mi propio peso cayendo en el vacío

Delicioso do sostenido suena en los arbustos en caída

En picada como aviones mis oídos son dos hilos

Finitos chiquitos se aturden y fingen como la esfinge

Pero son chiquitos se aturden

Porque hay clavos y agujas pequeñas

Chiquitas

Son ellas las que me enseñan

Pequeñas

Las pestañas de la noche

Se hunden sobre mi pecho

Crecen bajo mi lecho

Sollozan sin tener techo

Y la caída cesa, lo sienten mis orejas, se acolchan como dos cejas, peludas y tersas

Densas como hamacas me mecen como urracas, me escuchan como las vacas

Los yuyos me dan gusto y abrigo, calor y testigo, frotándose conmigo

Las pulgas y los perritos, los escarabajos y los mosquitos

Pero ya no estoy en caída

Ya estoy en el piso, en la tierra, en el suelo, en el fondo que es superficie

Que me destruye que me derrite que me quema porque me dice lo que yo nunca quiero escuchar

Cuál es tu nombre

Cuál

 

Me convenzo de vencerme ciego antes de que me ataque la calma

Me consigo un pequeño infierno

 

El sol escucha mis plegarias

Me agradece y me mima, porque me escucha

Todos los días le canto, esclavo de su encanto

Esclavo de su brillo enceguecedor

Brillo que me crece el alma

Y que carece de odio

Es puro amor.


 


Calle


Con la bronca siempre a mano detrás de la garganta es fácil sentirla como la espada del faquir. Un odio sordo en el semáforo. Están detenidos como maniquíes matando animales. La ciudad evita y recorta al loco en el colchón de espuma amarilla que ya no tiene perros. Se limpian las calles, se destruyen barricadas y se castra a los perros. La concentración prolija de los malos usos y las malas vidas. 

La señora va bien vestida y el otro desalineado. El milico está bien sujeto a su papel como todos los muñecos de pensamientos automáticos. una pareja imita frases y entonaciones de la telenovela local. 

No es que no haya espíritus sobrevolando las cabezas humeantes llenas de angustias e incomodidades. muchos dolores y poco sueño. La inutilidad general de las cosas y el día a día señalan con el dedo al que se entretiene ociosamente. 

Jodido y jorobado mientras miro las baldosas con escupitajos quiero encontrar un pedacito no tan meado para sentarme y ver el cielo. En esta cárcel sólo veo desde el suelo unas nubes idiotas que no me dicen nada. 

El ruido blanco en mi cerebro está justo en mi entrecejo y un cañito de aluminio me atraviesa las sienes. Los autos pasan por enfrente y son patitos de un rio con sus mamás patas colectivo. 

Las pasiones tristes se distienden en las tormentas grises y la ciudad se moja con su olor desagradable, una podredumbre sana de orden social. Esta es la capital y aquí se toman las decisiones.

Me acuerdo del brillo de las chapas y las reposeras tomando mates en la vereda, todo muy suave y acompasado con la tarde y la angustia dominical. Doblando la esquina veo pasar un patrullero, una ambulancia y un camión de bomberos. Humo negro por todos lados y un local en llamas. El plástico volando por toda la atmósfera. 

La calle me desagrada cuando parece neutral. La ignorancia de mi mirada y mi cerebro de adoquín golpean cada frente de cada casa y los árboles están muertos. La mugre levita en el aire y el contenedor aplasta a los basureros que se quedan paralíticos en contingencias laborales.  

Las gentes parecen ignorarse. Sienten la presión de multitudes al salir o al quedarse en cama. Fantasean quietos. 

es posible que cumplan sus sueños alejándose de todo. De un salto se acaba con lo cotidiano y se pasa a un estado de puro flujo. Los cometas siguen sus trayectorias y ya no piensan en nada porque no hay nada que pensar cuando las fuerzas cósmicas te llevan en sus brazos.

Acá entendemos todo porque estamos en la orilla. Vivimos la experiencia en cada barrio. Aunque haya luces y pantallas gigantes también hay calles de barro infinitas. Están llenas de perros que no se pueden desparasitar. Alojan criaturas, olfatos y memorias de una visión perruna muy clara, muy pero muy cara a nuestros ojos de la realidad. 


II

Olfateo cada ramita y pedazo de pasto. Veo las hormigas llevando pedacitos de plástico y migas a su colonia desguarnecida ¿qué pasa cuando se destruyen los hormigueros? Nada, se arman más ¿y si se bombardea el mar para encontrar petróleo? Se arman más consensos para decir cosas que no son ciertas. Las criaturas microscópicas y las macroeconomías latinoamericanas interrumpen la extracción de recursos naturales. 

Un perro se clona, su olfato se deteriora y su oído se distorsiona. Tiene el mismo lunar en el mismo lugar, el mismo pelaje. Se clona, se relaja y copia la norma que asoma en la microscópica mirada de las cosas. Desde hace mucho tiempo se viene planeando coagular y cristalizar la realidad para venderla en fragmentos simples y discretos en una temporalidad lineal unificada.

Escucho por las cañerías las discusiones de mis vecinos y me dan ganas de llorar. Todo lo que pasa en la ciudad es violencia encerrada en un hangar. En este establo de humanos, reconozco el acompasado ritmo de un violento trauma. Habla con la intranquilidad y la obstinación de quien sabe que tiene el derecho y la razón de torturar porque ha sufrido. 

Es surtido el efecto que subyace a la trama. Familias y sueños rotos porque la guita no da. Esa ansiedad que lleva a todos al borde y en ese acantilado se van cayendo los patitos hasta que ya no queda nada por lo que alegrarse. El cuerpo ha sido disciplinado. 

En una ambulancia vi posarse una hormiga voladora que venía de holgazanear. Los zánganos también planean sin rumbo por la capital, hay especies de todo tipo que sintonizan con las corrientes a su favor. De esas antenas que no se cortan, las que aún captan las señales, salen direcciones de vuelo estratégicas. El halcón no caza moscas. En el Sheraton una pareja planea comprar el mar. De vez en cuando entendemos la maldad cuando somos las criaturas huyendo del incendio forestal.

Nos venden este angosto valle de lágrimas como hogar. Al tiempo nos damos cuenta de que perdimos el mar. El sol no nos pertenece, el aire y el agua se acaban de acabar. somos disciplinados con un arma inmovilizadora neutral. El único precio que se paga son algunas neuronas que no necesitábamos igual. 

En la fiesta la droga nos alegra. Después hundidos en depresiones químicas ya no hay más mal social. El arroyo llora el valle en su caja de fósforos. Espero que pronto se pueda desbordar. 


martes, 17 de octubre de 2023

 

DESPERTANDO LA VIDA

Me despierto dentro de mí sueño. Estoy dibujado con crayones. Mi cama es azul y el cuarto amarillo. Los crayones que llevo puestos buscan imitar el universo. Odio esa palabra. La trato de seguir hasta donde me lleva. Me voy en un túnel de referencias hasta Platón, Plotino, Kant, Hegel. Entiendo algo de la sociedad, entiendo algo del momento que vivo. Después se me pasa. Me gustó la lección de historia. Aprendí muchas cosas pero no las que necesitaba. El rostro es importante. Las manos también. Los animales son igual o más importantes. Mis excompañeros disertan sobre las miles de posibilidades infinitas. Deben haber llegado a la numero 500. Yo apenas me puedo levantar. Me pesa la existencia. Cada decisión. Hoy vi un video en mi celular de los miles que consumo por día que decía que el canal 2 es el de los indecisos porque siempre hay dos opciones (o infinitas en mi caso) y que los que activan están en el canal 1. Está bueno como imagen mental, pero me cuesta aplicarlo, ¿Qué sería cambiar de canal? Paso a presentar hipótesis en orden:

1.      Seguir la corriente, no detenerse demasiado a pensar nada y hacer por hacer.

2.      Reflexionar lo suficiente como para saber en qué parte del espectro de esa corriente se encuentra uno y seguir un propio flujo personal.

3.      ¿El flujo es personal o social? Si es social uno estaría determinado entonces no tendría sentido el concepto de decisión. Obviamente no es una polaridad. El flujo es todo. Uno simplemente tiene dentro de ese todo, el control de este personaje que observa perjudica, beneficia, es afectado por todo lo demás.

4.      De eso hablaba la película de ayer Awakening Life, la estaba viendo pero la interrumpí por mi ansiedad infinita. La película en un momento hace referencia a Sartre a través de un profesor que dice que si bien el posmodernismo está bien, el concepto de responsabilidad de Sartre no debe ser tomado de forma teológica, es simplemente que en todo momento, sin excusas, estamos tomando decisiones, y hacernos cargo de ellas nos hace más libres.

5.      Si soy una persona que tiene ansiedad, que imagina constantemente miles de escenarios posibles pero a la vez nunca sale de su propia rutina, qué me queda de todo esto.

6.      Ahora estoy pensando que debería terminar la película.

7.      Lo infinito como dios es la falta de límites, la potencia pura. Perfecto. Pero mi cuerpo parece hacerse bosta cada vez que hago eso. Perfecto. En realidad. Yo tengo mi propio flujo. El flujo tiene sube y bajas.  ¿Por qué hay que ser tan exigente no?

8.      Hoy vi un cuadro muy bueno que me impresionó, es de un muchacho que trabaja en un lavacoches que se llama “Autos locos”. El Instagram de la pintora es “Podridisima”. Me lo pasó mi novia. Ella quiere que yo sea como soy. Pero también quiere estar en mi vida y que yo esté en la suya. Yo no sé cómo soy.

9.      El cuadro es excelente. La pintora retrato a este chico mientras vivía la muerte de su gata. El cuadro cruza la empatía mortal con la vida de este chico. El resultado es muy potente.

10.   En ese caso la potencia viene de “limitar”, se trata simplemente de un relato común y corriente, pero hecho con el estilo de Berni en 2023 subido a Instagram, pintado al oleo en una sociedad posindustrial en la que todo está hecho con medio digitales. Y el hombre que lava los autos también es un personaje que puede llegar a desaparecer.

11.   Vimos la película de Basquiat.  Downtown 81. El artista transita. No se detiene, no sigue el tráfico.

12.   Fui a un recital, fui a un recital, fui a un recital. Conocí gente. La conocí poco. A veces me cuesta respirar.

Ahora tengo que continuar viviendo un rato más.

martes, 3 de noviembre de 2020

Día del melón con pepino

El “Día del melón con pepino” (ང་གིས་ ཧ་མི་གོ་བས། -Nga gi ha migo wai en Dzongkha ) actualmente tiene lugar en la localidad de Phuntsholing en el Reino de Bután y se festeja cualquier día en donde más de doce familias salgan a comer a la calle.  No obstante, la festividad es una tradición que se extiende en su origen por otras provincias y atraviesa los eventos históricos de mayor relevancia que atañen a la formación del reino.

Existen varias teorías sobre cómo surgió esta fiesta, pero las más notorias están ligadas a la magia, la guerra y el comercio.  Sin embargo, la historia más aceptada oficialmente por el Reino de Bután dice que originariamente la fiesta se celebraba para “agasajar” a los comerciantes que viajaban de Nepal a China. Si se tienen en cuenta la naturaleza de estos “agasajos” se entiende mejor la historia popular Butana que se transmite por vía oral desde hace generaciones. La historia dice que aquellos comerciantes llevaban grandes cargamentos de  Cucumis sativus y Cucumis melo que se iban pudriendo en el camino. Los astutos butaneses los esperaban con la parrilla encendida y cuando los nepaleses se descuidaban eran asaltados y si había mucha hambre se los devoraba con una salsita preparada con el cargamento indicado. Sin embargo, en 1629 el  lama tibetano y líder militar Shabdrung Ngawang Namgyal, unifica los feudos que componían Bután prohíbe el canibalismo festivo y decreta la ley de no asalto a los cargamentos de melón y pepino. Este decreto llevó a una guerra civil que terminaría diezmando a los asaltantes meloninos (de melones y pepinos) que se retirarían a las montañas negras en el centro de la región. 

En 1650 una gran hambruna azotaba el reino y se echaron de menos los carnavales y ocasionales asaditos antropofágicos. Una vez muerto Ngawang en 1651, los habitantes sintieron pena por los valientes meloninos y decidieron ir a buscarlos. Pero además del hambre, para los butaneses siempre había sido una fuente de alegría y divertimento asaltar a los comerciantes y arrojar desnudos a los más descarnados al río Brahmaputra.

Cuando un grupo de butaneses llego al asentamiento melonino no fue poca su sorpresa al ver que estos se habían vuelto mucho más religiosos y calmados. Ahora plantaban melones y pepinos al pie de la montaña y subían y bajaban todo el día para comer solo eso. Se habían vuelto muy fuertes y sabios y recomendaban una dieta basada estrictamente en pepinos y melones para el fortalecimiento del cuerpo-mente o “melonino”.

Si bien en principio, los meloninos formaron un culto, este se fue disolviendo para reinstaurar las antiguas fiestas, pero sin tanta sangre. Con el paso del tiempo, el “Día del melón con pepino” pasó a ser una forma de alegrarse colectivamente cuando las cosas van mal en Bután. Así cada vez que más de doce familias sacan sus mesas a la calle, en ciertas localidades, se decreta que “Día del melón con pepino” deteniendo en el acto cualquier tipo de comercio como si fuera un feriado nacional. Los comercios que abren de todas formas son asaltados y los comerciantes arrojados al rio, por lo cual, nadie lo hace.

Melonina

La melonina es un mineral radioactivo que se encuentra en las cuevas porosas de las montañas acásicas de la pengavila de Bután. La irregularidad en el sistema ortorrómbico de esta roca le da una característica especifica que la diferencia de la serie biotita en la clasificación de Strunz. Sin embargo, al día de la fecha no se ha confirmado su existencia.

Gracias a los diarios del explorador, geólogo, aventurero y lingüista alemán Meintlich Heimlich Feintplich (1831-1871) sabemos algunas de las características de este mineral y del uso que le daban los nativos. Los Tagebücher meiner Reise nach Bhutan fueron publicados después de su muerte en 1878.

Meinlich Heimlich explica en su diario que los butaneses rara vez hablaban de piedras preciosas o alhajas salvo que se encontraran extremadamente alcoholizados. Y esto era debido a que todos los butaneses con los que se había cruzado, así como algunos nepaleses e himalayos, creían en el poder mágico, sanador y extremadamente diabólico de esas piedras. Sin embargo, en sus conversaciones con ebrios callejeros, llegó a recabar información sobre una piedra muy específica a la que llamaban “Dobrodelek” y que Heimlich tradujo incorrectamente como “melonia”. Este error era esperable ya que el alemán ignoraba por completo la sangrienta historia de los meloninos que había dividido al país en una feroz guerra civil.  La terminación “-lek” podría hacer referencia a un melón o a un pepino, pero no quedaba muy claro. Como Heimlich se preciaba de ser un excelente lingüista y traductor, conocedor de las raíces sino-tibetanas del   Dzongkha no se quedó conforme con esa dudosa terminación y decidió seguir investigando.

Mientras más insistente era Heimlich con los borrachos, mayores eran las ganas de estos de arrojarlo al rio. No obstante, el alemán dio con un simpático croto ciego que comía pepino crudo y llevaba un colgante con una piedra verde fosforescente. Un comerciante le dijo que no se le acercara al viejo ya que se trataba de un “nimadele” es decir, un viejo maldito. A Heimlich le sorprendió esa falta de respeto, ya que los butaneses solían ser muy amables con sus mayores y decidió desoír el consejo por provenir de un comerciante (clase más repudiada en el reino de Bután, por su inagotable amor al trabajo e incansable actitud aguafiestas). 

Heimlich se acercó y le preguntó por su colgante, a lo que el nimadele respondió que solo podría saber la respuesta al interior de “la tierra donde crecen los pepinos”. Luego se calló y se negó a seguir hablando. Confundido y azorado por las dudas lingüísticas, esa noche Heimlich decidió ir al pie de la montaña Horahora en donde se había celebrado la última cosecha del melón con pepino. Al llegar a la plantación notó con cierto espanto que en el medio de la montaña había una gran cueva iluminada con fluorescencias verde pepino.

Se quedó quieto observando entre los pepinos hasta que se escuchó un alarido y un comerciante pelado salió volando desnudo desde la cueva derechito al rio. Horrorizado corrió hasta el pueblo y se encerró en la habitación de su hostería para europeos aventureros. En el escritorio encontró la piedra del nimadele. Esa noche la estudió y todo lo que sabemos de esa piedra quedó escrito en el diario que luego recogería su hermano Pletnich Hlemblich Feintplich para posterior publicación.  Meintlich murió esa noche calcinado por la Melonina, y se sospecha que su cadáver salió volando por la ventana, pero que la mesonera lo recuperó y lo trajo así todo chamuscado para devolverlo a la pensión. Se sospecha que el mineral es radioactivo y altamente tóxico, y que el alemán se confundió debido a los vapores de la piedra. Y esto último, porque de tenerse por ciertas todas las características que apuntó Meintlich en su cuaderno, ese mineral no podría pertenecer a nuestro cosmos. 

SICaPuM

El SICaPuM (servicio de inteligencia “artificiosa” contra la propagación “unos” de mitos- las palabras entre comillas fueron añadidas por vándalos hackers que odian la organización, pero pasaron a ser parte “oficial” de sus siglas) surge (¿fecha?) de una serie de organizaciones internacionales (¿cuáles?) que “están podridas de que aventureros”(¿referencia?), estudiantes frustrados y escritores, dando crédito a entradas apócrifas de Wikipedia, se metan en países y regiones lejanas con la excusa de “estar investigando” y “hagan lío”(¿?).

Al parecer entre los nadaistas y los algoistas, los taoístas y los brahmanistas encontraron muchas similitudes y dijeron que “se estaban copiando”. Como los ceos de las compañías más importantes son taoístas, como todos bien saben, se enojaron mucho y dijeron que iban a armar una campaña de persecución de “boludos que se copian y buscan cosas literaturescas en la vida, y que no tienen propósitos claros para entrar y salir a los países en los que tenemos mucho dinero invertido en trabajo esclavo”.  Así fue que los nadaistas y los algoistas fueron persecutados varias veces y se hizo necesario para estos rufianes un organismo malvado y persecutor mejor organizado para ejecutar la función orgánica (teleológica) que es el aplastar los sueños del semejante prójimo y el desemejante lejano cuando no hay un fin adinerado.

Al surgir bien alta la mañana, las computadoras de SICaPuM se ponen a dar órdenes a los celulares para que estos les hablen a sus portadores y los hagan más sensibles a los comentarios desatinados de estos aventureros cuando andan hueveando por ahí, con la esperanza de que los manden al carajo y con una buena pelea callejera terminen los dos en cana.  Luego los Hombres de Pedro, llegan y hacen preguntas muy sensatas a los dos hasta notar cual es el desalineado. Estos interrogatorios se llevan a cabo con brevedad ya que los pobres aventureros siempre responden cosas muy variadas a lo que se les pregunta. Un ejemplo: 

Hombre de P.: “Decime tu número de documento”

Aventurero: “Si, siempre que le pongas hongos a la salsa, tienen que estar bien fresquitos, y fíjate que, si los partís y tienen azul adentro, están muy bien. Porque crece cualquier mierda en la mierda de la vaca ¿viste?”

Y ahí nomás son llevados al calabozo y los convierten en puré de papá (son forzados, vía lavaduqui de cerebro, a tener hijitos y criarlos para que se hagan agentes de los Hombres de Pedro).

Pero muchos de estos aventureros tienen la suerte de ser grandes zafadores, sobre todo porque se encuentran en regiones remotas donde no hay acceso a internet ni a celulares influyeros que se comen la cabeza (comelidadecoconuto-bochoalimenticio) de sus usuarios. Se dice que hay algunas comunidades de aventureros en toda la cordillera del Himalaya, pero esto debe ser mentira puesto que deberían tener acceso a una fuente de alimento y energía inagotable y contacto con civilizaciones alienígenas vía minerales extraterrestres que sirvan de microchips que bloqueen las señales de los radares de SICaPuM que mapean toda la tierra desde el espacio. Y como todos sabemos esto es imposible. (¿referencia?)